jueves, 8 de noviembre de 2012

Un mundo submarino ( Capítulo II)

Acabo de recibir el segundo capítulo del libro que escribe Shravni, os aseguro que merece la pena leerlo.


                                               CAPÍTULO 2

Al día siguiente fuimos a una cala. Para llegar a ella, tuvimos que andar mucho pero mereció la pena.

Todo era súper guay. En cuanto nos metimos vimos peces muy bonitos. Todos nadamos con los equipos de buceo menos mi madre que no tenía. Después de varios metros, dejamos a mamá al sol en unas rocas y mi hermana, mi padre y yo proseguimos. De repente, mi hermana lanzó un grito de angustia. La miré alarmado y me acerqué a ella.

-¿Qué  pasa? ¿Estás bien?-le pregunté.
-Nada, es que se me ha caído una de las aletas – me contestó ella.
- Un momento- le dije- creo que la he encontrado.

Nadé hasta situarme encima de una de las rocas que había bajo el agua.
Buceé hacia uno de los lados donde estaba la aleta de mi hermana y me di cuenta de que esta me había seguido y miraba la roca con ojos como platos. Hizo una cosa muy rara: golpeó la roca con el puño y sonó hueca.
Le di la aleta y ella me lo agradeció con un gesto del LS (Lenguaje de Signos). Subimos a la superficie con preguntas que se agolpaban en nuestras mentes…

-          ¿Qué...qué era eso?- balbuceó Shravni-¿por qué parecía hueca?
-          No sé –musité.
-          ¡Eh, vosotros! – nos gritó alguien.

Ambos nos volvimos sorprendidos. Después nos percatamos de que papá estaba lejísimos y que nos llamaba.

Nos pusimos a nadar hacia él muy deprisa. Le alcanzamos en un abrir y cerrar de ojos.

-¿Qué demonios estabais haciendo allí?- nos preguntó severamente (aunque me pareció que había un deje de burla en su voz).
-Yo…yo…-balbuceó Shravni de nuevo.
-Estábamos jugando y se le había caído unas de las aletas- me apresuré a decir-por eso nos hemos retrasado.

No mencioné lo de la roca porque:
1º no nos tomaría enserio.
2º se enfadaría y nos castigaría.
3º no estaba seguro de lo que habíamos visto.

Pareció conforme a la explicación que le di por lo que reanudamos la marcha.
Después, al volver, le pedimos permiso para ir a las rocas donde nos podían ver. Tras rascarse la cocorota para pensarlo nos dijo que sí.

-Pero tened cuidado con las morenas y otros animales peligrosos ¿eh?-nos advirtió.

Asentimos y nos alejamos hacia esa roca. No nos costó mucho encontrarla ya que esta parecía que nos llamase.

Nos acercamos con cautela parecía normal a simple vista.

Mi hermana de repente me llamó la atención.

-¿Qué pasa?

No contestó pero me señaló un pequeño agujero que no había visto antes y un diminuto pececito que se colaba en el interior. A continuación vimos otro mucho más grande y se metió también.

Mientras le daba vueltas al asunto me acerqué. Examine la roca y me di cuenta que el agujero se hacía mas grande o mas pequeño según el tamaño del que entraba o salía. Se lo dije a mi hermana y me contestó:

- Me gustaría ver qué hay al otro lado de la roca- confesó.
-Bueno,  ¡vamos a verlo! -exclamé.
-Pero… ¿y nuestros padres?- replicó ella.
- No lo sabrán- dije con una sonrisa traviesa.
-Déjame adivinar: vas a clonarnos y que así nuestros padres puedan vernos aunque no estemos ¿me equivoco?-adivinó.
-¡Qué bien me conoces!-le dije  riendo – pero sí, has acertado en pleno enana -añadí con una sonrisita de suficiencia.
-¡¿Eh?! Serás….- exclamó.

Después de esto pusimos en marcha el plan.
Convertí nuestros equipos de buceo en unos equipos de experto, con botellas de oxígeno, y unas gafas mejores que las que teníamos.

Después cloné a mi hermana y después me cloné a mí mismo.

Por último le di a Shravni el poder de hablar con los animales, la cual se puso muy contenta. Entonces fuimos otra vez a la roca pero esta vez nos acercamos sin miedo.

Vacilé antes de entrar pero ella entró decidida y yo la seguí. 
Nadamos por una cueva alumbrados por mi linterna acuática y la atravesamos con una presión de agua muy fuerte.
Después de un tiempo interminable…salimos a la luz. Lo primero que hizo la cabeza hueca de mi hermana fue quitarse las botellas de oxígeno, pero enseguida descubrí porqué lo había hecho: debajo de aquella agua se podía respirar.
Me quedé de piedra admirando el maravilloso paisaje que tenía delante; parecía una ciudad perdida bajo el agua.

La describiré como pueda: había un puente con arcos, el sol que se filtraba a través del agua cristalina iluminaba un lugar repleto de algas y misterio; por aquí y por allá se veían peces con una mueca extraña, como atormentada.

Mi hermana se acercó a un monumento y recogió un objeto de piedra. Me lo tendió con una sonrisa: era un antiquísimo mapa de piedra de aquel extraño lugar.
Entonces me percaté de la inscripción que había al reverso. Lo leí con dificultad. Ponía: ATLÁNTIDA.

Continuará........

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